Entre ciclos climáticos y conciencia humana: cómo ciencia e iniciativa redefinen el clima
- Yvonne Franco

- 15 jul
- 2 Min. de lectura

La Tierra ha viajado por ciclos climáticos a lo largo de millones de años, desde glaciaciones extremas hasta períodos cálidos. Sin embargo, lo que estamos viviendo hoy no solo está dentro de esos ciclos; tiene la firma inconfundible de nuestra propia acción. La ciencia es clara: las variaciones orbitales que marcan las eras —los llamados ciclos de Milankovitch— operan con tiempos lentos, mientras que el aumento acelerado de temperatura en los últimos 150 años no se explica por esos movimientos naturales . Es decir, respiramos con un planeta que cambia más rápido por nuestra propia mano.
Este calentamiento se ha producido precisamente cuando la concentración de gases como el CO₂ se disparó tras la era industrial, alcanzando niveles no vistos en cientos de miles de años. Los modelos climáticos concluyen lo mismo: si a estos no se incorporan las emisiones humanas, no hay manera de explicar la temperatura actual; en otras palabras, somos —más allá de los ciclos— protagonistas de esta aceleración.
Lo esperanzador es que el factor humano también supone nuestra gran palanca de cambio. En 2024 se instalaron más de 666 GW nuevos de energía limpia (solar, eólica), y se proyecta que esas cifras lleguen a casi 935 GW para 2030, debido a que son más competitivas y robustas que las energías fósiles. En países como India, esa estrategia ya está dando frutos: el 50 % de su capacidad instalada es no-fósil, cinco años antes de lo previsto por el Acuerdo de París. El mundo empieza a demostrar que la transición no es una utopía, sino la ruta real hacia un futuro viable.
La tecnología juega un rol central. Lo que era costoso hace una década hoy es estándar: los costos de paneles solares, turbinas eólicas y baterías han caído drásticamente, y la capacidad de almacenamiento energético crece sin pausa. Texas, incluso con gran penetración renovable, mantiene una red estable y precios de electricidad un 24 % por debajo del promedio nacional de EE. UU. Y en escala global, países como China, India, la UE y Australia despliegan proyectos de energía limpia sin precedentes .
La narrativa suele encallar entre el optimismo ingenuo y el fatalismo paralizante. Pero una postura escalable —reconociendo los ciclos, admitiendo nuestra huella y asumiendo soluciones— podría ser una lectura madura, creíble y activa. Es la visión que convierte el problema en estrategia, la crisis en oportunidad y el miedo en acción consciente.
¿Será suficiente? Hay signos de que la transición está ganando velocidad. BloombergNEF proyecta que el costo nivelado de la electricidad limpia caerá otro 20–50 % hacia 2035, lo cual desencadenará más inversiones. El Foro Económico Mundial también advierte de un punto de inflexión: las políticas y mercados se muy alineados con este cambio, aunque aún se necesite mayor rapidez.
Así, el momento de actuar es hoy. No porque el fin esté encima, sino porque contamos con las herramientas, la urgencia, el talento y los activos para escribir historias nuevas: de ciudades resilientes, energías democráticas, economías regenerativas y una relación sana con el planeta. Un enfoque —cíclico y antropogénico, optimista e informado— no es una visión ingenua, es un camino estratégico fundamentado.
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